Galería de Fermín Goyen
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COLEGIATA SAN MARTIN DE ELINES (VALDERREDIBLE)

San Martín de Elines es una de las cuatro Colegiatas de Cantabria, quizás, por motivos personales, la que más especial nos resulta y a la que siempre estamos deseando volver, ya que no nos cansamos de admirarla y disfrutarla. Situado en el margen derecho del río Ebro, en el Valle de Valderredible, no tenemos muchos documentos antiguos que hagan referencia al núcleo poblacional y su Iglesia, la mayoría reposan en el Archivo Histórico de la Catedral de Burgos. De tal procedencia podemos encontrar en 1165 una carta de donación de Alfonso VIII a Pedro Martínez, Abati de Nelines, de varias villas. Ya en 1352, en el Becerro de Behetrías aparecen mencionados multitud de lugares que eran abadengos de Sant Martin de Helines, en la Merindad de Aguilar de Campoo.

San Martín de Elines fue construido sobre una edificación anterior, al parecer un monasterio mozárabe del siglo X del que aún podemos ver algún resto en la fachada y el claustro. Lo primero que llama la atención según nos acercamos a la Colegiata es su maravillosa torre cilíndrica, caso único en Cantabria, con aspilleras y que fue rematada en su extremo superior ya en el siglo XVII con un cuerpo de campanas.

El actual templo, según García Guinea puede corresponder a los años centrales del siglo XII, aunque la Iglesia primitiva podría estar en torno al año 1102, y sigue el patrón de una nave única con presbiterio y ábside semicircular. Sorprenderá al visitante, al acceder al templo, como por efecto de la colmatación la Iglesia se encuentra enterrada en torno a un metro ochenta.

El exterior, sublime en sus formas y en sus dimensiones, consta de un ábside semicircular dividido en tres lienzos separados por columnas adosadas sobre pilares. En su interior encontramos arcos de medio puntos sobre columnas que enmarcan las ventanas aspilleras que a su vez están rodeadas por una arquivolta sobre columnas con capiteles; en el interior, dos arquerías recorrer todo el muro del ábside y el presbiterio. Se trata de un conjunto de enorme impacto visual que enamorará a primera vista.

El ábside y los dos tramos rectos del presbiterio albergan un total de treinta canecillos historiados entre los que destacamos en el tramo sur del presbiterio el de un mounstruo andrófago y el que representa una escena de lucha, en el tramo norte del presbiterio sendos monstruos andrófagos y en el ábside varios leones guardianes y uno con la escena de Daniel.

En lo referente al muro sur alberga veintisiete canecillos historiados entre los que, y es una elección meramente personal ya que todos son maravillosos, destacaríamos un anaciano sujetando un bastón representando el Tau, un ángel portando una cruz, un águila sujetando una cabeza humana y algunos representativos del pecado de la lujuria.

En cuanto a la linterna, de plantas cuadrada y bastante achatada, a la que se adosa la torre-campanario cilíndrica, alberga dieciocho canecillos en su tramo este y doce en el lado norte, todos historiados y de gran valor simbólico. No podemos dejar de resaltar que se trata de una de las mayores muestras de canecillos historiados del románico cántabro, algunos en un espectacular estado de conservación y que sin duda harán las delicias de cualquiera que se deje cautivar por su intrincado valor simbólico. En el muro sur del presbiterio hay un relieve rehundido quizás reaprovechado de la anterior edificación mozárabe del siglo X que representa un animal fantástico golpeando una vid y un ave picoteando uvas.

San Martín de Elines está orientado, como es norma en las Iglesias Románicas, de Este a Oeste. En la Didascaria Apostolorum Syriaca, obra del siglo III creada para dar una instrucción moral y reglas canónicas para el mantenimiento del orden y de la disciplina en la Iglesia, se recoge esta norma: "Es necesario que los presbíteros se coloquen en la parte oriental de la casa juntamente con el obispo; luego los seglares y, finalmente, las mujeres, de modo que, cuando nos levantemos para orar, los jefes de la asamblea se levanten los primeros, luego los hombres seglares y, por fin, las mujeres, porque la ley es que debemos orar hacia el este, pues ya sabéis que está escrito: "Alabad a Dios, que está sentado en los cielos de los cielos hacia oriente" .

Accedemos al templo a través de una puerta en un adosado construido en el siglo XVI que nos lleva al Claustro, de esa misma fecha, que alberga en su interior gracias a los esfuerzos del anterior párroco de la Iglesia, Don Bertín, varios restos como tapas de sarcófagos o pilas bautismales de gran interés. De este modo, según accedemos podemos encontrar: una tumba medieval antropomorfa, muy abundantes en el valle, la tapa del sarcófago del Abad Pedro Martínez, cuyo fallecimiento, por la epigrafía de la misma podemos fechar en 1118, una tapa de enterramiento cuya fecha no aparece y en la que consta una inscripción que podría traducirse como "Reunidos aquí cuarenta hombres de Dios, Aprovechad vuestra Gloria, Vuestras cosas", la tapa de enterramiento del Abad Martín Domingo, fechada en 1292, tres pilas bautismales del siglo XII de las que hablamos en un post anterior, una tapa de enterramiento de piedra arenisca decorada con crucetas y sin ninguna inscripción, y una última tapa de sarcófago que debió ser reutilizada por estar sus inscripciones sobrescritas.En el último tramo del claustro, ya en dirección a la portada de la Iglesia encontramos una puerta que da acceso al cementerio, interesante verlo ta que hay unas pinturas interesantes del siglo XV representando un calvario, aunque en bastante mal estado, en este punto encontramos los primeros restos del primitivo monasterio mozárabe del siglo IX en una ventana reaprovechada, y en ese punto encontramos el maravilloso Sepulcro del Caballero Peregrino, ya gótico, y que en opinión de algunos corresponde a Don Rodrigo Pérez Manrique, Señor de Elines y Merino Mayor de Castilla fallecido en 1232, enmarcada en un arcosolio y apoyado sobre dos perros, símbolo de la fidelidad, adorna su frontal con un Cristo en majestad con el Tetramorfos rodeado del Colegio Apostólico; la espada tallada en la parte superior nos da cuenta de la nobleza del enterramiento.

Justo antes de enfrentarnos al acceso al templo, a la izquierda encontramos una capilla funeraria del siglo XII que actualmente alberga elementos interesantes. Por un lado encontramos restos de la edificación recuperados, como algún canecillo y un trozo de frontal, así como una estela funeraria. En el centro podemos admirar un maravilloso sarcófago, quizás artísticamente el de mayor valor del claustro junto al del Caballero, sin inscripciones que nos den pista alguna, una maravilla con tapa a dos aguas con distintos tipos de lacería románica. En los costados arquillos y en los laterales arcos cruzados y apuntados en uno y arcos de medio punto sobre capiteles lisos en otro. La portada situada en el muro occidental está compuesta de dos arquivoltas sobre dos parejas de columnas con capiteles adornados con motivos vegetales.

En lo referente al interior del templo hay que decir que lo primero que admira es la altura de la nave. Como decíamos por efecto de la colmatación la Iglesia queda a menor nivel y al acceder da la sensación de que altura se multiplica. La cabecera, con ábside semicircular, se cubre con una bóveda de cuarto de esfera; y el presbiterio, cubierto con medio cañón. El ábside tiene dos pisos de arquerías de medio punto sobre columnas. El superior consta de cinco arcos,y el inferior de cuatro.

Uno de los elementos más llamativos del ábside, en su zona derecha en la arquería superior, son sus restos de pinturas romanicas murales, las únicas que han pervivido en tierras cántabras y a las que dedicamos, por su importancia, un post propio en una entrada anterior. Representan a dos apóstoles y en palabras de García Guinea debieron lucir en su época de forma similar a las que encontramos en Tahull.

La nave, en el tramo que sustenta la cúpula, consta de arcos de medio punto que apoyan en enormes columnas con capiteles, otra particularidad en el románico del valle, de grandes dimensiones y forma cilíndrica. Son exactamente iguales a los del arco triunfal y encierran maravillosas escenas iconográficas, a saber:

·Capitel izquierdo de la Nave: Por una parte dos leones enfrentados con dos cabezas de animal que flanquean una cabeza humana; y por otro lado la escena clásica románica de Sansón desquijarando al león.

· Capitel derecho de la Nave: Por un lado una Virgen sedente con el niño en sus rodillas y los magos rodilla en tierra adorando al niño; y por otro, en contraposición, son el simbolismo de la dualidad Bien-Mal presente en toda la iconografía de la Colegiata, la escena de Herodes y la degollación de los inocentes.

· Capitel Izquierdo del arco triunfal: Por un lado la escena bíblica de Daniel en el pozo de los leones, animales omnipresentes en toda la Colegiata y de los que luego abordaremos su intrincada simbología; y por otro lado un personaje desnudo cabalgando sobre un león mientras sujeta su cola, que acaba en forma de serpiente.

· Capitel derecho del arco triunfal: Por un lado piñas, símbolo en estos siglos de eternidad; por otro lado leones andrófagos de enorme valor simbólico, ya que como decíamos antes es un tema omnipresente en la colegiata.

Todos los capiteles del ábside están historiados presentando motivos vegetales, leones andrófagos, un san jorge alanceando al dragón, motivos de entrelazos o un pelícano, por destacar algunos. No podemos obviar, además, la presencia en en el ábside de dos magníficas tallas románicas de madera policromada que representan a San Pedro y San Andrés.

Como comentábamos antes, y para finalizar este escueto acercamiento a la Colegiata de San Martín de Elines no podemos obviar el protagonismo que adquiere el león, en todas sus versiones, en la iconografía de la Colegiata. Repetido en canecillos y capiteles se trata de un animal que encierra una simbología propia a la que nos referimos en un post anterior. Aparece representado en la escena de Daniel, así como en soledad o devorando hombres. Este tipo de leones andrófagos representan la muerte y el nacimiento a una nueva vida. Se trata de un tema heredado de la mitología Celta según algunos autores, aunque en este caso el animal andrófago suele ser un lobo. Este renacimiento a una nueva , recogido en el Antiguo Testamento en la Carta a los Romanos (6, 3-4), se objetiviza en este tipo de representaciones, muy comunes en el románico cántabro, en el pie de la Pila de santa María de Bareyo por ejemplo, y es un tema omnipresente en la Colegiata.

Texto: www.ccantabriaromanica.com

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