MIRLO ACUATICO
(Cinclus cinclus)
Solamente los ríos de media y alta montaña libres, limpios y tranquilos —allí donde abundan los pequeños invertebrados acuáticos y el agua salta entre chorreras y rabiones— nos permiten contemplar la rechoncha silueta de un ave que está ligada como pocas al buen estado ambiental del entorno en el que se desenvuelve. El mirlo acuático depende absolutamente de los cursos bien conservados y, por ello, su número desciende alarmantemente en casi toda su área de distribución.
Este paseriforme de mediano tamaño, con la cola corta y las alas más bien pequeñas, posee un cuerpo rechoncho y compacto que le otorga un aspecto característico. En su plumaje dominan los tonos pardos muy oscuros —casi negros— en el dorso, que dan paso a otros achocolatados en la cabeza, el cuello y el vientre. Luce un llamativo babero blanco que se extiende hasta el pecho. Las patas son cortas y robustas y el pico es fino en forma de daga. El joven presenta colores grisáceos en el plumaje, de aspecto escamoso; a diferencia de los adultos, luce un anillo ocular blanco, mientras que su babero —mucho menos definido y extenso— es de color crema sucio. De carácter nervioso, esta ave vuela rápidamente sobre la superficie del agua y se mueve con soltura entre las piedras del río antes de lanzarse a bucear. Cuando está posada suele mostrarse inquieta; levanta la cola y realiza continuas flexiones con las patas.