Galería de Fermín Goyen
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BUITRE LEONADO

(Gyps fulvus)
Desde que los antiguos pobladores de la Península Ibérica se hicieron ganaderos hasta nuestros días, el buitre leonado ha estado estrechamente ligado a las actividades pastoriles del hombre, realizando una eficaz, aunque a veces incomprendida, labor sanitaria. Neciamente perseguido durante décadas, este carroñero entró en un peligroso declive del que, relajada la presión, se recuperó de forma espectacular. Desgraciadamente, el repunte del uso del veneno y los cambios en la gestión de carroñas, basureros y muladares vuelven a proyectar sombras de incertidumbre sobre el futuro de esta enorme rapaz.

El buitre leonado es una rapaz inmensa e inconfundible, dotada de excelentes adaptaciones para la detección y el consumo de carroñas de gran tamaño. Con más de 2,5 metros de envergadura y un peso de 6-9 kilos, este carroñero es una de las aves más voluminosas de Europa y también una de las más longevas. Apenas existe dimorfismo sexual —al margen de sutiles diferencias difícilmente apreciables en el campo— en cuanto a tamaño y diseño. Las aves adultas tienen una coloración general pardo-grisácea, con las regiones dorsales algo más pálidas, en contraste con las rémiges oscuras, mientras que las ventrales son de tonos marrones y pueden aparecer sutilmente listadas con un tono más claro. Los juveniles, por su parte, son de color marrón rojizo, más oscuro que en los adultos, y poseen un plumaje compuesto por plumas lanceoladas con finas estrías claras, que son renovadas progresivamente por otras de perfil redondeado. Visto de cerca, en el aspecto del buitre leonado llaman la atención varios detalles morfológicos en la cabeza y el cuello, como el poderoso pico, la característica gola de plumas y el largo y desplumado cuello, cubierto tan solo por un fino plumón, que se adapta perfectamente a la explotación del interior de los cadáveres. Es precisamente en esta zona anatómica de la rapaz donde se pueden apreciar con mayor facilidad las diferentes edades de las aves. Así, los buitres adultos tienen el pico de color hueso, la gola blanca y algodonosa, el plumón de la cabeza claro y el iris de color amarillento o ambarino, mientras que los ejemplares juveniles lucen una gola muy patente y desflecada, compuesta por largas plumas lanceoladas de color rojizo, y tienen el iris y el pico negros. A medida que transcurren los años, los buitres leonados van pasando por diferentes plumajes intermedios —que también afectan a los caracteres antes descritos—, en los que, progresivamente, adquieren la librea del adulto, cosa que sucede cuando cuentan con siete u ocho años.
Visto en vuelo, el buitre leonado —que se remonta con las alas ligeramente en “V”— ofrece una silueta inconfundible, con las alas largas y anchas y una reducida cola. También en estos momentos se pueden diferenciar las edades de las aves, ya que los adultos tienen, comparativamente, la cola más corta que los juveniles y el borde posterior del ala más recto, mientras que estos lo presentan aserrado.

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